• Los ecosistemas que usan el material de reproducción procedente de la flora autóctona son más resilientes y aprovechan mejor desde el agua hasta el suelo
  • El Interreg SUDOE Fleurs Locales, que en España lidera Fundación Global Nature, ha evaluado las posibilidades de negocios verdes alrededor de semillas nativas para recuperar espacios degradados

Ante la actual pérdida masiva de la biodiversidad y la falta de recursos como el agua, acelerados ambos por el cambio climático, las semillas nativas suponen una oportunidad para restaurar ecosistemas resilientes, hacer frente a la pérdida de especies, llenar de vida nuestros suelos y facilitar la reproducción de polinizadores. Crear ecosistemas fuertes, que son más parecidos a los del entorno, les permite ser más eficientes en el uso de recursos y con un enorme potencial de supervivencia.

En esta línea de trabajo, Fundación Global Nature (FGN) participa en el proyecto Interreg Sudoe Fleurs locales que cierra ahora e intenta, junto a expertos de Francia y Portugal, poner en valor el uso de las semillas nativas como recurso potencial para recuperar espacios degradados y recuperar sus servicios ecosistémicos. Tras más de dos años de trabajo, en España los primeros resultados señalan la existencia de una normativa rígida y compleja que sostiene a una cadena de valor que no puedo atender las necesidades de la demanda, “lo que impide el uso sencillo y masivo de estas semillas por el consumidor final”.

El trabajo abarca espacios en sistema agrícolas a entornos urbanos, con el objetivo de movilizar a los agentes implicados.

“Las semillas nativas son imprescindibles cuando el proyecto de restauración se da en una zona de alto valor natural, es decir, un espacio natural protegido o similar, porque la prioridad es garantizar la expresión genética de la comunidad vegetal pre-existente”, explica el coordinador de proyectos de FGN y técnico de Fleurs Locales, Jordi Domingo para quien el propósito de “crear negocios verdes” alrededor de estas semillas y movilizar a todos los agentes implicados, sigue siendo parte de la solución.

“Incluso cuando estamos en espacios que no son tan sensibles, esto es, un entorno urbano o suelo industrial, o donde un alto coste de actuación no es realista como los espacios agrícolas, aunque no sean imprescindibles, siguen siendo recomendables”. Y el motivo vuelve a ser, según detalla Domingo, el potencial para fomentar una naturaleza fuerte, con mayor capacidad de autonomía y replicación, y más posibilidades de ofrecer esos servicios ecosistémicos que resulten de este proceso de restauración y que supongan una verdadera aportación.

Interreg SUDOE Fleurs Locales aúna a expertos de España, Francia y Portugal y cuenta con fincas pilotos de los tres países.

Semilla, origen de vida
Fleurs Locales ha permitido que expertos de diversas disciplinas pongan en el centro del trabajo las características básicas que hacen a estas semillas imprescindibles en los procesos de restauración ecológica y de recuperación de biodiversidad: su complejidad genética y las interacciones con los demás elementos de los ecosistemas y agroecosistemas. Y han destacado, sobre todo, la calidad de esa semilla: la calve es que sea nativa, es decir, que proceda del lugar en el que se va a sembrar. Esa condición le permitirá tener un índice alto de éxito en la implantación y, además, ser más rentable en su aprovechamiento de los recursos y crear ecosistemas fuertes, más resiliente a las amenazas del calentamiento global, con más posibilidades de sobrevivir y autoperpetuarse.

Usar semillas nativas en entornos agrícolas ofrecen más y mejores servicios ecosistémicos, claves para una agricultura ecológica funcional: fomentan la polinización, mejoran la formación de suelos vivos y, sobre todo, suponen una gran contribución al control de plagas.

Entre otros beneficios, las semillas nativas garantizan mejor adaptación a las condiciones locales, mejor rendimiento de las plantas introducidas, capacidad de autorreplicación y cobijo a polinizadores

De hecho, en el marco del proyecto Fleurs locales, se definen las semillas nativas a usar en un proyecto de restauración como el material de reproducción procedente de la flora autóctona que se recolecta lo más cerca posible de la zona de intervención y que mantiene las características fenotípicas y genotípicas de las poblaciones silvestres de la zona. Esto garantiza una mejor adaptación a las condiciones locales, a un mejor rendimiento de las plantas introducidas, pasando por más recursos disponibles para la fauna local e incluso una mejor capacidad de autorreplicación; brindan defensa a largo plazo contra malezas invasoras; cobijan a los polinizadores locales y la vida silvestre; mejoran la vida el suelo y gracias a raíces que lo estabilizan y ayudando a reducir la erosión. “Además, son grandes soluciones para espacios urbanos que, además, permiten añadir el toque estético, pues al final, serán flores”, añade Domingo.

Nuevas fuentes de semillas: el empacado de pastos naturales
“Lo cierto es que los proyectos de restauración requieren grandes cantidades de semillas nativas, semillas concretas, pero la cadena de suministros no está ofreciendo estas posibilidades”, explica por su parte Laura García, coordinadora del Fleurs Locales y también técnica de Fundación Global Nature, quien ha liderado, además, un estudio sobre la obtención de estas semillas a través del empacado de pastos naturales.

“Contar con semillas específicas requiere un trabajo extenso y anticipado, que incluye recolectar semillas nativas en la naturaleza o cultivar plantas para producirlas”, apunta la técnica. El trabajo de las pacas, con la colaboración con el CICYTEX (Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura) se ha realizado en la dehesa El Baldío, propiedad de la FGN, porque se trata de una dehesa que está en proceso de restauración de suelos y de pastos. “Tenemos experiencias en el uso de especies nativas y las usamos crear mezclas biodiversidad para mejoras de pasto y los resultados fueron muy satisfactorios porque mejoran los resultados de las mezclas comerciales”, explica el investigador del CICYTEX Valentín Maya.

Aunque esta es la línea más avanzada, el trabajo en la dehesa no es el único. En estos años, se han desarrollado varios proyectos pilotos en Valencia, con socios como La Estació Expermiental Agrària de Carcaixent o el propio Ayuntamiento de Valencia.

El trabajo con pacas en la dehesa El Baldío, finca experimental de Fundación Global Nature, es una de las líneas de búsqueda de nuevas fuentes de semillas nativas.

Soluciones basadas en la naturaleza
Este proyecto trabaja con lo que se conoce como “soluciones basadas en la naturaleza”, esto es, acciones o procesos que utilizan los principios de la naturaleza para dar solución a distintos problemas relacionados con la gestión territorial y urbana como la adaptación al cambio climático, la gestión de los recursos, del agua, la seguridad alimentaria o la calidad del aire y el entorno. Este trabajo cuenta con unas líneas estratégicas de trabajo para el futuro, que han sido definidas gracias a las reuniones mantenidos con los agentes más relevantes de nuestro país, en un trabajo realizado en colaboración con la Fundación Entretantos (FENT).

“Es un reto necesario, porque hemos visto que existen muchas formas de propiciar el uso de estas semillas que, además, ayudarán recuperar especies específicas que se están perdiendo”, añade la Coordinadora del proyecto. Laura García confirma, así, que el trabajo con estas semillas continuará gracias a distintas entidades, más allá de FGN, porque se ha evidenciado que las semillas nativas son una oportunidad frente a los desafíos de la crisis climática: la pérdida de biodiversidad, la escasez de recursos y el cambio climático.

El proyecto Fleurs Locales se ejecuta en Francia, Portugal y España con el objetivo de dinamizar el mercado alrededor de las semillas nativas y fomentar su uso en la restauración de diversos ecosistemas. Durante estos años, los técnicos han elaborado pílodras informativas que resumen el trabajo realizado.