Con la pérdida de suelo, perdemos productividad, además de la salud del planeta y seguridad alimentaria, y los datos apuntan a que la producción agrícola deberá aumentar un 60% para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050. Con una gestión sostenible la producción de la producción de alimentos podría aumentar hasta en un 58%, según datos de la FAO. Además, los suelos con una microbiología en buen funcionamiento son más resilientes ante cualquier amenaza.
“Es fundamental entender el suelo como un ecosistema y no como un mero soporte para nuestras producciones, es decir, entenderlos como lo que realmente son: (eco)sistemas complejos. Esto implica considerar la actividad agrícola en su conjunto, con las frágiles y numerosas interacciones de todos los seres vivos que están implicados” añade, por su parte, la coordinadora la línea de ganadería de Fundación Global Nature, Laura García.
Mantener nuestros suelos vivos y fomentar su materia orgánica multiplica, además, los beneficios para nuestro bienestar y futuro, incluso ayudando a enfrentar las consecuencias de la actual crisis climática. Ya lo explicó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) hace unos años en su informe: “Una mejor gestión del suelo puede contribuir a frenar el cambio climático”. Los suelos eficientes suponen el mayor almacenaje de carbono terrestre y su gestión sostenible contribuye eficazmente a mitigar el cambio climático, además de evitar los procesos de desertificación.
En este camino de la regeneración y conservación del suelo, mirarlo es clave y mirarlo muy de cerca, la mejor herramienta. El objetivo es entender en detalle cómo diferentes prácticas agronómicas ayudan a la microbiología y esta a su vez a las producciones. “Por ello, estamos realizando análisis de suelo dirigidos a saber cómo están hongos y bacterias clave y a sus funciones en el suelo”, explica el técnico ambiental de Global Nature, Guillermo Ramírez. Los análisis de suelo son una herramienta común y fundamental en toda explotación agraria, “pero fijándonos en la microbiología vamos un paso más allá para proteger esta biodiversidad oculta de la que depende la fertilidad del suelo”.
En concreto, en proyectos como el Interreg SUDOE Fleurs Locales, que estudia el uso de semillas nativas para recuperar espacios degradados, Fundación Global Nature espera obtener resultados pronto, tras trabajar con muestras de suelo de zonas con flora nativa y diferentes manejos. “Como medimos la diversidad y actividad microbiana, queremos comprobar si la flora nativa aumenta esta actividad y riqueza, que señala una mayor calidad del suelo, con respecto a la situación anterior”, añade el técnico quien detalla que “en la rizosfera, el entorno junto a las raíces de las plantas, ocurren la mayoría de interacciones entre plantas y microorganismos. Las plantas mismas estimulan el crecimiento de la microbiota beneficiosa a través de los exudados de sus raíces para atraer a aliados”.
En otros proyectos, más centrados en ganadería como Pastoreo Ibérico por la Biodiversidad, dentro del fondo regenerativo fondo lanzado por el grupo Kering y Conservation International, Global Nature está midiendo el carbono, macronutrientes y algunos micronutrientes en un momento inicial del plan de pastoreo que se repetirá en calendarios a dos años. “El objetivo es apreciar si el manejo de pastoreo extensivo, que estamos promoviendo afecta positivamente al carbono orgánico del suelo y a su fertilidad en condiciones mediterráneas semiáridas”, concluye Ramírez.
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